domingo, 1 de febrero de 2015

OPINIÓN. María Luisa Toro.

“Yo como mi Padre, sin móvil”
Esta  opción de no tener móvil de un buen amigo encierra en si , una  magnífica interpretación del respeto a la tradición. Porque cambiar lo que funciona. Estamos locos  queremos ser Quijotes y cambiar y hacer realidad la metáfora de los molinos que se parecen a  gigantes, y arremeter contra ellos  como nuestro insigne caballero andante. Pero aprendamos que don Quijote nunca se enfrenta  contra metáforas del destino, su locura empieza con la toma de conciencia de  la realidad y no antes.

Una de las lecciones que Cervantes nos da en su libro es que la vida tiene segundas partes  y que no hay vida plena sin ellas, las energías hay que liberarlas  al servicio de sí mismo y el respeto hacia los demás donde se incluyen los valores a la tradición siendo muy importante la dualidad y la discrepancia  Ambas se encarnan en la figura de  Sancho que casi nunca  pierde el sentido de la razón del pueblo llano, la tradición las cosa bien hechas,  por derecho sin perder la ironía, “ese inútil y pobre sentido común del pueblo” que ya dijera Umbral,  que las altas esferas  aprovechan para engallar al pueblo por el resto de los días por la necesidad de tener, de dinero, de ser, de comunicarse, de aparentar.  Tenemos, entonces, una trinidad, lo que es, lo que debe de ser y lo que será, más la dualidad de Don Quijote y de Sancho, pero ampliada al puto teléfono móvil con internet. Una autentica locura. Imaginaos un Quijote con IPhone que cojones de Quijote seria ese, todo el rato con la cabeza agachada  a lomos de Rocinante mientras Sancho le pregunta  “Hay cobertura”  o “Dulcinea le ha puesto un Wassap”. Una locura.
 Si no ponemos remedio y afrontamos con lógica propia de Don Quijote y de Sancho   el hoy, adaptando  valores y conductas tradicionales con respecto al uso  de la tecnología de comunicación personal,  estaremos acabados como especie. El hombre tiene y debe  de ser libre. No caer en la trampa y ser sumiso a la tecnología, en su uso debe privar la libertad y el libre albedrío, de lo contrario, las maquinas, en definitiva la inteligencia artificial serán, si no lo son ya, los dueños de nuestros destinos y en base a ellos, la raza humana  afrontará el mañana como esclava.